viernes, 7 de abril de 2017

Magistral Gregorio Luri en Sevilla.

Asistí a una conferencia de Gregorio Luri en la facultad de derecho hace unos días.
Me entusiasmó. GL no es políticamente correcto, va contra las modas y abomina de la neopedagogía experimental que viene destruyendo la enseñanza. No hubo diapositivas, powert point, ni nuevas tecnologías. La palabra lisa y llanamente.
Destacó la necesidad de la lectura y la veneración por la figura del maestro. Él mismo agradeció que sus maestros de infancia y adolescencia no fueran "buenos" con él y no le permitieran ir "pasando" de curso, como hoy ocurre "compadeciéndose" de sus orígenes humildes. Si ello hubiese sido así, él no hubiese llegado a superarse y acceder a la vida universitaria.
Considera que esta educación actual, blanda y delicuescente, perjudica, como siempre, a los más humildes y provoca una desigualdad de clases que antes no existía.
Si la escuela no lima las diferencias ¿Para qué sirve? se preguntaba.
Destacó la figura de Balmes, al que yo conocía por el tío de mi amigo Armando Pego,  en sus memorias güelfas, y del que dijo que otro gallo cantaría si hubiese sido enviado a Alemania en su momento para traer las novedades de entonces, en lugar de aquellos que fueron... Le pregunté en el coloquio qué a quien se refería y contestó sin ambages que a la Institución Libre de Enseñanza, que puso sus miras en el "gran y magnífico" filósofo... ¡Krause! relegando a las grandes figuras como Hegel, Fichte...

Estuvo una hora hablando y no tuvo desperdicio,
Me quedé con mensajes como:
el que más vocabulario tiene más rápido aprende,
no hay diferencia entre pensamiento y lenguaje
el maestro es un enviado de los poetas, los artistas, los científicos...

elogió la familia sensatamente imperfecta frente a esa paranoica búsqueda de la perfección que nos atosiga a nosotros y a nuestros hijos de rebote.

Vivimos del modo en que leemos
Pensar es agradecer y también lo es leer, por tanto una forma de oración.
Hoy es clave el criterio para identificar lo relevante en un mundo con un exceso de información
Mi experiencia es aquello a lo que decido atender. La atención es la clave. Pensar es fácil, pero pensar bien, no. Nos gusta dispersarnos, no concentrarnos, de ahí que los Hotentotes llamen al pensamiento el azote de la vida. Focalizar la atención es posible y necesario y existen dos instrumentos básicos para ello: la clase magistral y la lectura lenta.
Se necesita conocimiento y atención frente a la dispersión.
En occidente no hay libros sagrados, sólo el diálogo ha sido sagrado, el dialogo que es un espejo para conocerse uno mismo.
Y por último concluyó con este pensamiento que daba título a la conferencia, tenemos el deber moral de ser inteligentes porque tenemos la libertad para degradarnos.

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