jueves, 3 de diciembre de 2015

La fragata Mercedes




Y al final como en una cámara del tesoro, 30.000 doblones de plata, encontrados en el fondo del mar. Impresiona.
Merece la pena ver la exposición sobre la Fragata Mercedes en el Archivo de Indias. Está hasta mayo. Nada más que por los dos retratos de Goya de los reyes y por entrar en el edificio herreriano hay que ir, pero además el contenido.
La historia de la fragata Mercedes, la felonía de los ingleses, la tragedia de las familias que viajaban, las mercancías que transportaban, el rescate del fondo del mar por los caza tesoros sin escrúpulos, el proceso judicial en Estados Unidos, el regreso del tesoro, después de tantas peripecias a su punto de destino original, todo eso bien explicado y acompañado de objetos, documentos originales y maquetas se expone bajo las bóvedas de la antigua Casa Lonja y entre las estanterías de caoba de Cuba atestadas de documentos americanos.
La historia de D. Diego de Alvear es asombrosa. Esos tipos estaban hechos de otra pasta. Sirva de ejemplo de la capacidad de superación del ser humano.
A los 56 años, vio perecer ante sus ojos a sus mujer y sus siete hijos, en la explosión de la Mercedes, junto a ellos se hundía también la fortuna que había acumulado después de toda una vida al servicio de la Corona. Su hijo mayor, de 15 años fue el único superviviente.
Se podría pensar que a esa edad y en esas trágicas circunstancias, ya no estaría uno para mucho más… para meter la cabeza debajo de la almohada y no salir ya nunca.
Pues no. Tuvo tiempo de luchar de nuevo por  su patria, defender Cádiz contra los franceses y prestar mil servicios más a España. Además, esto es lo más insólito, rehacer su vida familiar. Se casó con una joven católica irlandesa, que conoció cuando estaba preso en Inglaterra y de nuevo en España, tuvo nada y más y nada menos que diez hijos más. Qué ejemplo de fe en la vida, ¿no?.
La saga de los Alvear se expandió por España e Hispanoamérica, llegando a ser una de las familias porteñas de más lustre y uno de sus descendientes presidente de la República Argentina. Por allí siguen, orgullosos de su antecesor que todo lo perdió, y por aquí, en Córdoba, llevando la bodega secular de la familia con sus famosos vinos de Montilla.

No se la pierdan.

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