viernes, 19 de septiembre de 2014

¡Sigue, entonces, tu rumbo de amor. Eres poeta.!



Ayer estuve en la presentación del libro de Lutgardo García Díaz, que ha sido premiado en la última edición de Adonais. Aforo completo. Muchos de pie, yo entre ellos. Pero mereció la pena.

Lutgardo, médico, es joven, pero un poeta mayor, un gran poeta.
Leyó varios poemas de su primer libro, “La viña perdida”. Además leyó bien, muy bien, lo que no suele ser frecuente, incluso entre los poetas. Versos claros, sinceros y emocionantes.
Homenajeó a Aquilino Duque, allí presente, del que se considera discípulo. Gran maestro, del que leyó un poema ¿Pascua? sobre la lluvia y la sierra… magnífico.

Aquí dejo uno de los que recitó, sobre su hijo y el cielo, y un enlace del titulado “amor”, que es espléndido. El comienzo es para grabarlo en mármol, es un poema en sí mismo: “las cosas van pasando, más me pasan contigo…”

Se oirá hablar mucho de él. Sin duda.




Mi hijo pregunta por el cielo

Ya no habrá el dolor de nuestros huesos

maltrechos de vivir, de andar rodando

entre las escombreras de los días.

No tendremos la angustia de la duda

No tendremos temblor de cicatrices

ni la lluvia calando nuestras horas

cuando ladran los canes del insomnio.

No tendremos la angustia de la duda,

ni habremos de ensayar las despedidas

pues todo será encuentros y retornos

por los caminos lentos del desierto.

Me preguntas que cómo será el cielo,

si allí seremos niños,

o tendremos bastón y pelo blanco,

si habrá hamburguesas, globos y peceras…



Allí no tendrás miedo a las noches,

porque habrá sol – será siempre verano-,

y tendrás un balón, y esta piscina,

y tu mano en el hueco de mi mano

Concluyó con el poema de Rubén Darío dedicado a Juan Ramón. No podemos sino decir con él ¡sigue tu rumbo, poeta!

¿Tienes, joven amigo, ceñida la coraza
para empezar, valiente, la divina pelea?
¿Has visto si resiste el metal de tu idea
la furia del mandoble y el peso de la maza?

¿Te sientes con la sangre de la celeste raza
que vida con los números pitagóricos crea?
¿Y, como el fuerte Herakles al león de Nemea,
a los sangrientos tigres del mal darías caza?

¿Te enternece el azul de una noche tranquila?
¿Escuchas pensativo el sonar de la esquila
cuando el Angelus dice el alma de la tarde?...

¿Tu corazón las voces ocultas interpreta?
Sigue, entonces, tu rumbo de amor. Eres poeta.
La belleza te cubra de luz y Dios te guarde

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