jueves, 21 de agosto de 2014

Noches de agosto


Colocamos las sillas, las tumbonas. Hacemos palomitas en el microondas, preparamos los helados, las pipas…y comienza la sesión. Aparece el león rugiente de la Metro en tamaño colosal al proyectar sobre la pared de la azotea una película. Muchas veces, los niños se sobresaltan con los altavoces.

Es un cine de verano en toda regla. Como hace fresco, terminamos cubriéndonos con las toallas de playa, incluso ahora en pleno agosto. Una delicia.

Los jazmines, que están espléndidos, expanden su olor profundo, también la dama de noche. Algunas ramas trepan por la pared y se meten en la película.
La Giralda, iluminada, se dibuja a lo lejos, como una flecha incandescente. La impresionante mole de la cúpula de El Salvador casi nos cubre. A las doce se apaga y queda como el caparazón de una gran tortuga dormida. A veces he girado el cañón y se han cubierto sus tejas de figuras danzantes que se proyectan sobre ella.

Así estamos viendo los grandes peliculones clásicos.
La última semana:
Qué verde era mi valle de John Ford, Recuerda de Hitchcock, Testigo de cargo de Billy Wilder Pigmalión con Leslie Howard…
Las del Oeste, La diligencia, Sólo ante el Peligro, Horizontes de Grandeza, Centauros del desierto…
En fin, ¿quién duda de que agosto en Sevilla también tiene sus encantos?

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