domingo, 29 de junio de 2014

Las lágrimas de San Pedro

A las doce suena el repique mayor de las campanas de la Giralda alborotando la mañana. Yo las escucho desde mi azotea: la de Santiago fundida en 1438, la de la Santa Cruz en 1500, anteriores al propio campanario y a la propia veleta que da nombre a este, la de Santa María de 1588, la Santa Florentina de 1763, la de Todos los Santos de 1764…
¡Niños, las lágrimas de San Pedro!- aviso, y acto seguido, desde lejos nos llega el lamento de unos clarines que, desde las cuatro caras de la Torre, lanzan los cornetas de la Banda del Sol.
Sobre los tejados, sobre los campanarios, sobre las terrazas de antenas de tv y parabólicas de ondas digitales, sobrevuela la queja trágica que trata de rememorar el dolor de San Pedro.
Es una tradición que parece que viene desde los años de la Reconquista y que trajo Fernando I de Aragón, tras su famosa victoria en Antequera, y ha ido sobreviviendo milagrosamente, con una breve interrupción postconciliar, hasta nuestros días...

¿Qué para qué sirve? No sé muy bien para qué...pero es hermosa.

Por lo pronto he tenido que explicarle a mis hijos, otra vez, la historia de la traición de San Pedro, la caída, el arrepentimiento, la redención... que no es poca cosa; y escuchar las veinticuatro campanas de bronce de la Turris Fortissima tañendo a la vez, que tampoco.
https://www.youtube.com/watch?v=RkwgqRTf8k8

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