martes, 29 de abril de 2014

CENTENARIO

Hoy cumple cien años mi tía Marciala.
Sólo personas con cien años pueden tener esos nombres tan extraños. Aunque a mí me parece normal porque lo he oído desde que nací. Pero su padrino fue el Marqués de San Marcial, entonces factótum de Utrera y de ahí el nombre. Podía haber sido peor, claro.
Su padre era un señor muy mayor, médico y alcalde, con barbas grandes y bigotes rubios que murió con poco más de 50 años. Pero los señores de la época siempre eran muy mayores y muy serios y formales. Y así lo acreditan las fotografías sepias.
Los nueve hermanos formaban una familia numerosa, común entonces. Vestidos de marineritos aparecen en un retrato, mirando fijamente la cámara.
Marciala era la sexta, y desde hace años la única superviviente de una época y de un estilo.
Conserva el porte, la elegancia innata, aún en su silla de ruedas, y sobre todo sus hermosos ojos claros, azulísimos, transparentes, que son la nota característica de los Carriones rubios, no de mi abuela, y que por tanto ni mis hermanos ni yo hemos heredado.
Vivía en un pueblo, pueblo, de los de entonces. Con su casino, sus señoritos, sus labradores. Muy de campo, de cortijos, de cosechas, de trigo y olivares, de toros y dehesas, con olor a pan candeal, a leña, estiércol y a huertas.
Correteaba por esas casas grandes de patios y corrales, con alacenas enormes de garbanzos y aceite, y jamones y embutidos que duraban todo el año y que daban como pago al médico, en especie.
Su madre les contaba la pérdida de la fortuna familiar con la Guerra de Cuba, su añoranza de un Cádiz colonial, con grandes casas de los comerciantes de ultramar, del negrito antillano que trajeron como criado, de las bodegas y los ingenios de azúcar allende los mares… De su tío loco que entraba en las tiendas de Paris y rompía con su bastón de plata los objetos de porcelana y cristal.
Vivió una infancia alegre y su juventud estuvo marcada por la guerra. Ella va desgranando lo nombres de los amigos que fueron asesinados por ser “gente de orden” y la revancha terrible contra los rojos, que fueron asesinados después, por ser rojos.
Ella recuerda como le marcó el sonido de las campanas cuando reanudaron sus toques al fin de la guerra... Esas campanas, que cuando suenan cada día ni se notan, pero que cuando enmudecen parece que es el mundo el que se para…
Marciala Carrión era de una belleza excepcional. Estudió magisterio tras el instituto. Su padre, que no era un hombre al uso, quería que todas sus hijas tuviesen una forma independiente de ganarse la vida, y así fue.
Marciala, tuvo varios pretendientes, y parece que ella se enamoró del que no le convenía. Nunca se casó.

Cuando murió su hermana, mi abuela, se puso al frente de la farmacia de esta y allí estuvo entre fórmulas y papelillos, medidas y balanzas.
La tía Marciala siempre ha sido ingeniosa y era única para hacer los disfraces que nos mandaban en el colegio. Con cuatro retales hacía maravillas y a todos nos ha sacado de un aprieto. Sus jerseys de punto, todavía nos duran, y cuando vamos a algún sitio donde se presume que hará mucho frío, todavía se oye decir: llévate un jersey gordo de la tía Marciala.
La tía Marciala, ha sido una mujer muy bella, muy buena y muy generosa. Siempre ha estado cerca de aquel que lo ha necesitado, que han sido muchos: padres, hermanos, sobrinos, amigos…
La tía Marciala es digna de un monumento y encendidos elogios por la sencillez y grandeza de su vida que ha trascurrido hasta ahora sin aspavientos ni alharacas. Sus bellos y serenos ojos azules, guardan como un océano, los secretos, que toda vida encierra y que se irán con ella.
Yo hoy he querido traerla a este blog para rendirle este breve, íntimo y merecido homenaje.

4 comentarios:

  1. Qué bonito, Ignacio. El post tiene un aire a "El amor en los tiempos del cólera", de García Márquez.

    No estoy seguro de que me gustara vivir 100 años. Tu post lo dice: te va quedando solo, muere la gente de tu generación, debes sentir que todo lo nuevo te es ajeno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Fernando.
      Es verdad que cien años son muchos, pero mi tía ha estado muy "implicada" en "el mundo", hasta hace bien poco. Desde hace unos meses está, quizá, más ajena, aunque tiene muy bien la cabeza... Un abrazo

      Eliminar
  2. Qué maravilloso homenaje. Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a los amigos siempre. Un abrazo.

    ResponderEliminar