miércoles, 19 de febrero de 2014

Misión cumplida...

Ayer. Concluyo la conferencia y ¡uff, misión cumplida, siento verdadero alivio! Mi querida amiga MN, me mete en estos berenjenales. Yo acepto, pero cuando me pongo a ello pienso: ¿Mozart? Pero si Mozart es un mundo… Al final estuve dos horas disertando, pero a todos se nos hizo corto (al menos eso me dijeron) a mí el primero, claro que el mérito es de Mozart y de un auditorio estupendo. Entre música, diapositivas y anécdotas lo pasamos bien. Al final me regalan una bolsa de chuches de Wokandy que hizo las delicias de mis hijos y un libro. Título: “Misión cumplida”.

Hoy, al recoger a los niños del cole paso por la puerta de la farmacia de mi cuñada. Entro. Llevo varios días que presiento que tengo la tensión alta. Me duele algo la cabeza… 15-10. Me alarmo. La última vez que me la tome hace más de un año tenía 10-6 o así. Llamo a mi hermano. Vente por aquí- me dice. Reyes está con su madre y dejo a Reyitas en casa con Santiago y me llevo a Pilar en el trasportín. La enfermera me toma la tensión.:13-9. Algo mejor. Los aparatitos eso de muñecas no son muy fiables… Mi hermano me hace una eco del corazón, lo mide, yo veo como palpita en la maquinita. Todo bien. Un electro. Todo bien. Menos mal. Mañana me enchufan un aparatito que se llama/pronuncia Jolster. Ya veremos.
Regreso, en la bici, más tranquilo. Pilar sentada detrás parlotea, de pronto me dice: ¿Papá, tú cuando te vas a ir al cielo?¡ Glup, dichosa niña. Qué oportuna! -Cuando Dios, quiera, hija…cuando Dios quiera…-respondo.

Voy a misa de siete, en la fila de la comunión, de repente, se va la luz. Las dos velitas del altar ni se ven. Todo absolutamente oscuro. Se para la fila y el sacerdote pide que la gente se siente para evitar accidentes. Entonces, maravilla de la tecnología, saco mi móvil y alumbro con el programa linterna, lo que permite concluir. Yo al lado del cura en vez de con una vela, ¡oh, siglo XXI! móvil en alto, mientras termina de distribuir la comunión. A continuación en el altar mi luz permite que el oficiante pueda leer el misal y terminar la celebración. Nunca me he sentido más útil.
“Vosotros seréis la luz del mundo” me viene a la cabeza. ¡Ojalá fuese siempre tan fácil!

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